Hace unos años fui, por primera vez, a Tikal, la ciudad antigua de los antiguos Mayas. Recuerdo que me sentía cansado. Me tomaba las vacaciones anuales que me correspondían por trabajar en la fábrica y no sabía a donde ir, ni cómo pasar el tiempo libre que tenía. Decidí ir a Guatemala, con la idea de ir a conocer algún sitio antiguo de mis ancestros. Una vez allá, se me ocurrió que era una buena idea ir a Tikal. Fui en avión. Pero ya el cupo estaba lleno, por lo que me puse en la lista de espera. Mi suerte fue que once turistas del norte no lllegaron, por una tormenta de nieve que había en esa zona y no pudieron llegar a tiempo. Puede volar en ese avión de 30 plazas. Lamenté ir solo, pues es una experiencia que hubiera querido compartir. Llevaba un walkman, ahora un aparato obsoleto y desconocido a las presentes generaciones. Portaba unos tres cassettes de música andina. Pensaba que era una buena idea, caminar por las antiguas ciudades oyendo esa música, originaria de nuestra madre tierra. Fue un error. Nada más lejos de los sonidos de la selva que los sonidos de las montañas; nada más lejos del Quetzal que el vuelo del Cóndor.
MÚSICA MAYA
Degustar la música puede ser lo más subjetivo que podamos entender; pero no lo podemos negar, es subjetivo. Caminando por los senderos de Tikal, solo podía oír una chirimía que llevaba grabada en una sola canción en los cassettes. Se me hacía fácil caminar entre la sombra de los grandes árboles. Y se me hacía difícil y cansado caminar y oir los ritmos andinos. Y no digo que la música de tambores y chirimías de hueso, madera o barro es mejor que la música de la quena y la flauta andina. No hay comparación y los dos tipos de música los disfruto cuando puedo hacerlo. Pero en esa ocasión, el siglo pasado, hace unos treinta años, eso me ocurrió. Lamenté no haber llevado grabaciones de música maya.
MÚSICA MÍSITCA CON INSTRUMENTOS MAYAS
Algún día tengo que ir a Ecuador, Perú y Bolivia, a visitar la tierra de los Quechúas y de otros pueblos originarios. Pero no voy a llevar música Maya. Y no es que no la tenga o pueda llevar, sino lo que digo es lo que sentí en esa ocasión. Me maravilló Tikal, y con la música andina sentí que me desconcentraba. No así con la música de tambores y chirimías.
Leo Rojas - Música ecuatoriana
La prueba es el sonido. Y lo hablo por mi. El sonido de la flauta y la queda suena mejor en las montañas, donde la vista se extiende entre las nubes, el bosque, el páramo y el vuelo del cóndor. No se oye muy bien en las selvas tupidas y húmedas del istmo de nuestro continente.